6. Cuidar a quien cuida: tú también importas
«Si el cuidador se quiebra, el paciente también.»
La historia de Pilar (y el día que pensó en rendirse)
Pilar cuida a su marido Miguel. Lo quiere, pero últimamente se irrita por todo, a veces le grita o le ignora. Sus hijos le dicen que lo hace bien, pero ella se siente culpable y agotada.
Por primera vez, consideró llevarlo a una residencia.
No porque no le quiere, sino porque ya no puede sostenerlo sola.
Señales de alerta
- Reacciones desproporcionadas
- Decisiones tomadas desde el cansancio
- Aislamiento o sentimiento de fracaso
- Falta total de tiempo para ti
- Pensamientos como “no puedo más”
Lo que MITIGA propone mirar de otro modo
El deterioro no es solo del paciente. A menudo, empieza antes en quien cuida.
Si el cuidador colapsa, el cuidado se desmorona.
MITIGA pone al cuidador en el centro. Porque si tú estás bien, el cuidado mejora.
Estas señales no son fracaso. Son señales de alerta.
Qué puedes hacer esta semana
- Comparte cómo te sientes con alguien de confianza. Una frase sincera basta para empezar.
- Haz un ajuste pequeño: pide ayuda con algo, cancela lo que te sobrecarga.
- Repite en voz alta: “Voy a seguir cuidando. Pero no voy a romperme por hacerlo.”
La pregunta que cambia la lógica:
“¿Estoy cuidando de alguien… sin cuidarme yo?”
Lo que MITIGA te recuerda
-
Tu salud también es un indicador clínico.
-
Pedir apoyo no es rendirse, es ser responsable.
-
Un cuidador agotado no puede sostener bien a nadie.